martes, 18 de febrero de 2014

Siempre es San Valentín para los ÑBA


Roberto Tamayo


La resaca de un nuevo 14 de febrero evidencia que se ha consolidado una nueva confesión en España. El movimiento antivalentino. No deberíamos descartar que dentro de un tiempo reciba incluso una subvención estatal. La ferocidad con la que se expresan sus feligreses tanto en círculos reducidos como, sobre todo, en redes sociales amaga con provocar un cisma en los cada vez más silenciosos y silenciados devotos del amor. El primer y, hasta la fecha, único mandamiento de esta nueva corriente reza así: Vertirás críticas contra esos cándidos creyentes del amor para no ser tan marciano como la autocrítica de un ministro. Todo lo contrario sucede con los españoles que juegan en la NBA. El movimiento pro ÑBA contra viento y marea genera desconcierto e incomprensión. ¿Cuál es su fin último?

¿Cuántas veces hemos leído o escuchado que, por ejemplo, 'Ricky Rubio merodea con el triple doble' cuando entrega unas estadísticas de 8 puntos (y malos porcentajes de tiro), 7 rebotes y 8 asistencias? Y el efecto contagio es incontrolable. Sucede con todos los españoles que compiten en la liga estadounidense.

¿Por qué es necesario maquillar la realidad? En el caso de Ricky es especialmente llamativo. La sobreprotección mediática que le acompaña es dañina para el jugador. ¿Por qué ese chovinismo desmedido cuando el propio jugador admite que le falta confianza ? Eso es lo que habría que alabar. Que un un jugador de su dimensión mediática reconozca su mal estado. 

"Y ya van 1.001, y con esta, 1.002...", oí/leí narrar a un analista de la NBA con el entusiasmo de un niño de San Ildefonso. Se refería a las asistencias que acumulaba el español en su carrera. Coincidía con la tormenta de críticas feroces que estaba recibiendo el base. También he oído/leído que en EEUU protegen más a sus estrellas que a las extranjeras. ¿Vamos a inocular esa pobre tendencia del "y tú más" (gracias, diputados)?



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